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Tratamiento de la Depresión en Córdoba

Sentirse “triste” o abatido algunos días se trata de una respuesta natural ante el dolor o ante una situación negativa. De hecho encontrarse triste después de haber roto con una pareja o haber perdido a una persona querida o tras haber tenido un problema económico es perfectamente comprensible.

La depresión es una enfermedad clínica severa. Los síntomas tienen que estar presentes durante un mínimo de dos semanas y representan un cambio de funcionamiento previo; los síntomas pueden incluir:

  • Sentirse triste o vacío.
  • Pérdida de interés en sus actividades favoritas.
  • Aumento o pérdida de apetito.
  • No poder dormir o dormir demasiado.
  • Sentirse muy cansado.
  • Sentirse sin esperanzas, irritable, ansioso o culpable.
  • Dolores de cabeza, calambres o problemas digestivos.
  • Ideas de muerte o de suicidio.

La depresión es un trastorno del cerebro que nada tienen que ver con ser personas débiles, sin fuerza de voluntad, que les gusta llamar la atención, etc…Plantear estar hipótesis sería como decir que un diabético lo es porque quiere o porque no ha puesto suficiente de su parte para salir de su enfermedad.  Sería como pedirle a alguien con una pierna rota, que lo que tienen que hacer es salir a la calle y comenzar  a correr.  Todas estas interpretaciones de familiares y amigos lo único que logran es aumentar el sentimiento de incomprensión y frustración de la persona deprimida.

La depresión puede comenzar a cualquier edad pero suele hacerlo en la juventud o en adultos jóvenes. Es mucho más común en mujeres. Un momento habitual en el que las mujeres manifiestan esta sintomatología es después de dar a luz, dando  como resultado lo que se conoce como depresión postparto.

El tratamiento más eficaz para la depresión combina la terapia psicológica y la farmacología, obteniendo mejores resultados y menos recaídas.

El tratamiento psicológico de la depresión se basa fundamentalmente en la falta de refuerzo y en las creencias desadaptativas.  La persona deprimida no encuentra la motivación que necesita para actuar por lo que se encierra en un círculo vicioso de inactividad que le impide salir de este estado de ánimo deprimido.

Las distorsiones de pensamiento están a la base del mantenimiento de este estado; fundamentalmente se resumen en 3 puntos;

  1. Falta de autoestima y pobre autoconcepto.
  2. Visión catastrofista del futuro.
  3. Atribución negativa de la intencionalidad de los demás.

Cada vez que la persona con depresión confirma los pensamientos automáticos negativos en estas tres líneas, perpetúa este estado depresivo.

El proceso terapéutico se llevará a cabo con la integración en consulta de  terapias de segunda y tercera generación.

Errores de pensamiento más comunes en un estado de ánimo  depresivo:

FOCALIZAR EN LO NEGATIVO: la atención está centrada fundamentalmente en los aspectos inadecuados o inapropiados. Esto sucede tanto en el día a día (de cualquier cosa que ocurra resaltarían los aspectos negativos) como de la información histórica almacenada en el cerebro, de la que sobresalen solamente escenas y recuerdos negativos. Por ejemplo cuando María va a comprar y se olvida del azúcar, en su mente solo aparece el error del olvido, no los aciertos de haber comprado todo lo demás adecuadamente. En muchas ocasiones,  recuerda selectivamente errores cometidos en el pasado o situaciones desagradables en las que se vio envuelta (una descortesía de una amiga, suspender un examen u olvidarse de recoger a su hijo), y sin embargo es incapaz de rememorar  las vivencias y experiencias positivas.

Otro aspecto importante de focalizar en lo negativo es la autodesvalorización. Se ven a si mismos como personas sin valor, inadecuadas o inferiores. Focalizan en las inhabilidades, pequeños defectos, y problemas que todos tenemos, aumentándolos o magnificándolos. Y olvidan o minimizan las habilidades, aciertos y valores.

PERSONALIZAR: las personas deprimidas tienden a verse como responsables al 100% de acontecimientos en los que apenas han participado e, incluso, no han participado en absoluto. Por ejemplo la hija de 9 años de María, en una excursión del colegio, se hizo una herida en la rodilla al caerse bajando del autobús. María cree que ella es culpable porque “si no la hubiese dejado ir, no se habría caído”. Esta es una de las distorsiones de razonamiento más dañinas en la depresión. No se gradúa de forma adecuada el grado de responsabilidad o participación en el desenlace de un evento. Automáticamente se asume que hay una relación de causa-efecto entre la consecuencia y la actuación, cuando, en la mayoría de los casos, no hay ningún tipo de conexión causal lógica. El resultado es que se autocondenan a ser culpables.

PENSAMIENTO DE TODO O NADA: Suelen categorizar las experiencias en términos extremistas y dramáticos. La forma de evaluar las situaciones y las actuaciones no se miden a través de un continuo sino de manera bipolar: blanco-negro, bueno-malo, perfecto-desastre, amor-odio. Con este filtro mental, hay muy pocas probabilidades de juzgar positivamente la realidad. Si no se alcanza la categoría de perfecto, el juicio que sigue es de desastre. Esta muy conectado, y favorece la focalización en lo negativo. María concluiría que la cena del viernes, debido a que le faltó algo de sal en la ensalada, fue un completo desastre.

GENERALIZAR: el error consiste en sacar conclusiones generales a partir de un detalle específico y conectado a una situación concreta. Este tipo de generalizaciones se aplica al desempeño personal (“soy un desastre”), en la actuación de los demás (“nadie me quiere”), y a como discurre el mundo y el futuro (“el mundo es asqueroso”, “nunca mejoraré”). Nos parece de especial relevancia la generalización negativa que se suele hacer de los pequeños errores que se cometen día a día. Se confunde el nivel de ejecución de una determinada conducta (“derramé un poquito de leche al servir el desayuno”) con la valía personal (“no hago nada bien”).

SACAR CONCLUSIONES SIN DATOS: a partir de información muy sesgada e, incluso, de información claramente en contra, se llega a conclusiones. El hermano de maría le felicita por su magnífico asado de carne, y le sugiere que mañana podría hacer pescado. María concluye que a su hermano no le ha gustado nada la carne. Algunas veces da la impresión de que la gente deprimida tiene la capacidad de leer la mente de sus interlocutores o de adivinar el futuro, porque llegan a conclusiones que no se desprenden en absoluto de la realidad presente. María queda a tomar café con su amiga, y en medio de una charla animada, esta le dice que la está pasando muy bien. María concluye: “le doy pena. Está harta de mi”.

EXCESIVO USO DE EXPRESIONES DEBERÍA/TENGO QUE: se exigen hacer cosas que actualmente no pueden hacer debido a su conclusión deprimida (“debería ir a trabajar”, “debería apetecerme salir”), y se exigen no haber actuado de la forma en  que lo hicieron cuando en realidad no podían actuar de otra forma (“debería haber sido más atento con mi mujer, así no me habría dejado”).

Estos imperativos morales funcionan también referidos al mundo (“¿Por qué a mí? No debería haberme ocurrido”) y en la actuación de los demás (“No hay derecho. El no debería haber actuado así”).

CONCLUSIONES

  1. Los pensamientos depresivos no se basan en la evidencia. No hay datos que demuestren la veracidad de los pensamientos. Normalmente se encuentra pruebas en contra de esos pensamientos.
  2. Los pensamientos depresivos provocan emociones de tristeza y desesperanza muy elevadas, que descontrolan a la persona,

haciéndole sentir un gran nivel de sensaciones desagradables y le condenan a la inactividad.

  1. El pensamiento depresivo es inútil. Boicotea todos sus objetivos. A corto plazo, te produce malestar e inactividad, a medio plazo, te impide llevarte bien con tu familia o amigos o hacer bien tu trabajo. A largo plazo, te provoca infelicidad.
  2. El pensamiento depresivo se expresa en un lenguaje absolutista. No siempre, pero sí muchas veces, los pensamientos depresivos se expresan utilizando términos absolutistas, extremos, dicotómicos o catastróficos: Nunca (“nunca estaré bien”); “siempre (“siempre me equivoco”); soy (“soy un desastre”); Debería (“debería haber limpiado”); Seguro que (“ Seguro que lo hago mal”); No puedo (“ No puedo soportarlo”) y muchos más.
Estefanía López Mora - Doctoralia.es