Permiso para sentir

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Mi formación en psicología es fundamentalmente cognitiva- conductual aunque la experiencia me ha hecho continuar formándome en todo aquello que, teniendo una evidencia científica, pueda ser utilizado para modificar los esquemas de cada persona en tratamiento.
Dicho esto, no todo son las cogniciones(pensamientos).
Las emociones están de base en nuestras decisiones.
El Sistema límbico es una zona de nuestro cerebro que controla nuestras emociones y nuestra memoria.
Es importante entrenar a nuestro cerebro en sacar el máximo partido a las cosas que nos generan estados emocionales positivos y no en las que nos centran en las emociones negativas como por ejemplo: los cotilleos, las críticas, las noticias negativas.
Hay que entrenar ese estado mental. Entrenarlo igual que aprendemos nuestro oficio, igual que entrenamos en el gimnasio, igual que aprendemos un idioma nuevo o instrumento musical. Hay que trabajar nuestra capacidad para centrarnos en las cosas positivas, agradables de cada día. Entrenar estos estados de calma, de entusiasmo, de motivación, de serenidad que influyen directamente en nuestra salud.
No podemos cambiar todo lo que nos pasa (ni falta que hace) pero podemos cambiar nuestra mirada ante las cosas. ¡Ese es el verdadero poder!
Tenemos que repetirnos: es mi pensamiento el que me está generando ese malestar, NO ES LA REALIDAD. Aprendamos a identificar lo que nos genera los pensamientos negativos en nuestro cuerpo: malestar en el estómago, nudo en la garganta… solo así sabremos cómo esos pensamientos nos generan sensaciones físicas que nos bloquean y que nos alejan de centrarnos en lo único que existe: EL PRESENTE. Estoy duchándome, ¡siéntelo!, estoy comiendo, disfrútalo. Cuantas veces estás pensando en lo que vas a hacer (futuro) o en lo que hiciste (pasado). Pensamientos que nos generan preocupación y/o culpabilidad y nos alejan del momento presente.
Te propongo dos tareas simples:
1)Búscate un momento del día en el que dediques 5 minutos a sentir lo que estés haciendo: ese paseo de camino al trabajo o al instituto(los pájaros piando, el sol acariciándote) esa ducha diaria notando el agua caer sobre tu cuerpo, observa los alimentos antes de comerlos unos minutos, saborea ese bocado…y hazlo cada día.
2)Cada noche antes de acostarte, responde estas tres sencillas preguntas:
-¿Qué pequeña cosa has hecho hoy de la que te sientes satisfech@?
-¿Qué pequeña cosa ha hecho alguien por ti que te haya hecho sentir bien? ¿De qué forma tu manera de responderle a esa persona aumenta la probabilidad de que vuelva a hacer eso contigo?
-¿Qué otra pequeña cosa has hecho hoy de la que te sientes satisfech@?
Entrénate a diario, ¡no habrá nada que te aporte más satisfacción!
Estefanía López.

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Estefanía López Mora - Doctoralia.es